Hace un año empezó esta etapa final de un tránsito largo en mi vida. Aposté todo por un loco sueño, entregando cada razón y esfuerzo; abandonando todo lo construido a lo largo de mi vida, queriendo construir algo más. La muerte me visitó, más de una vez a la vez, de mil y una forma; pasando por la renuncia que practicaba; convirtiéndose en “adiós” y “despedida” de, quizás, un gran amor; siendo yo la muerte misma; y siendo la sensación permanente de mis días.
Este año me ha traído los saberes y cambios más profundos y radicales de mi vida.
Luego del estado de “Poder” en el que me hallaba, dejé todo para vivir del amor. Y fueron los meses más tristes de mi vida; llenos de frustraciones por el más mediocre de los trabajos y el más egoísta de los cariños. Y aunque volví trasquilado al ir por lana, entiendo que gran culpa fue mía, por falta de estrategia. Y la muerte me acompañó en el recorrido largo de mi decisión. Decisión que tomé al subir a aquel bus Bolivariano en Bogotá, y de la que sabía me tocaría sufrir hasta hoy.
Personas como Camila y Alberto me dieron aliento permanente al regresar a Perú y volver a la NADA. Dora conjugaba la magia perfecta, el jarabe para el mal de amores y motivo de ilusiones en la vida. Sin ella y con su confianza en mí, empecé todo de nuevo. “Volver a la nada, es ser infinito”
Empezaba mi duelo por el adiós, y la muerte golpeó nuevamente, colocándome al límite de mis escasas fuerzas. Tomó a Micaela, creo yo, para equilibrar la tierra, al universo. Y entonces comprendí que tenía pendientes, cosas que hacer y lograr en vez de seguir sufriendo. Dejé que los muertos enterrasen a sus muertos y enterramos a Micaela en medio de un duelo familiar inmenso.
Así fue que decidí caminar lento, pero apuntar con paciencia; sin afán por el destino, si no con la paciencia de quien templa el arco dispuesto al disparo. Y Ada (amiga de diversos compartir) me contaba, casi en un descuido, que debía ser parte de algo, decidir mi estatus de Poder y lograrlo en un tiempo determinado. Entonces salí de su casa a las 4 de la mañana, completé mi primer poemario y me decidí a publicarlo. Eso fue un gran paso, porque significó cerrar mi viejo Blog de “Humano tonto y Loco Idealista” y comencé mi “Prólogo a los Sueños” para luego encontrarme con Marigela, que me hizo soñar más aún, y con quién decidimos “I´Maginar el vacio” para escribir y pintar el segundo poemario, un proyecto que sé lograremos.
Así surgí de la NADA, y en pocos meses, me invitaban a ser Jefe de campaña en Argentina, ser docente de dos instituciones en Lima, ser el Sec. Ejecutivo de una Organización, ser el Coach de una plataforma de empresarios y ser el redactor de artículos para revistas. Yo seguía sin entender cómo podía pasar todo eso en menos de dos meses. Y con la mira fija, decidí por Lima.
Casi al final de este año me han pasado cosas más intensas aún, como la visita de Rafael, con quien compartimos casi una semana, y entendí que todo lo que creo soy y sé, no es nada cuando somos simple humanos uno frente al otro. Y entendí que las carencias que me llevaron al final de un sueño a medio año es lo que llevaré ahora para el resto de mis días, la estrategia.
Entonces me dije: “No he venido a jugar a la guerra (con la vida), he venido a conquistarla.” Y una simple mascota provocó el llanto silente de otro y me confundió. Edna compartía su tristeza y ahí la muerte tocó mi alma con recuerdos. Patricia me enseño a callar y a no subestimar nunca más, y la forma de enseñármelo fue con su silencio, su mirada y su sonrisa. Pero fue hace una semana que una niña me mostró el más grave error que podía estar cometiendo. Brendha compartía con mucha ira que yo estaba volviendo a ser el que nunca quise, el que odié siempre, y le pedí que me disculpara. Además cierro este año con una colección de libros que busqué por años “De la Guerra” y fue Brendha quien me sorprendía con este regalo.
Soy feliz, aunque con muchas tristezas al final de este año. Hasta el día de hoy no lloré ni reclamé el paso de la muerte en sus distintas formas, sólo un par de lágrimas por Micaela, no más de un suspiro por el recuerdo de un sueño. La muerte late en mis venas por herencia y “sé que ella volverá, con su paso lento y certezas de ser…” Y esta vez debo estar preparado, pues el golpe será más profundo aún. Y entonces, necesitaré nuevamente de ustedes, y quizás de nuevos ángeles que rumoreen nuevos vientos a mi alma.
Jerry J. Lynch Solis
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